ISABEL MUÑOZ.
DE DÓNDE Y A DÓNDE

Exposición

ISABEL MUÑOZ.
DE DÓNDE Y A DÓNDE

De dónde y a dónde es el título que la artista (Barcelona, 1951, Premio Nacional de Fotografía 2016) ha dado a estas dos videocreaciones. Sobre el muro de la sala 1 de CORPO, que perimetró el alficén de la ciudad islámica (siglos IX-XI), Muñoz imagina escenas de la creación del mundo a través de los movimientos acuáticos de los bailarines de Butoh, danza artística de Japón que nació de la reflexión post desastre nuclear en 1950.

Fecha de inicio: 23.03.2021

Fecha fin: 23.03.2022

De Lunes a Sábado: De 10:00 a 18:00 Domingos: 10:00 a 15:00

Colección Roberto Polo.
Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha.
Paseo del Miradero 1, 45001 Toledo

Fotograma de la videocreación Adán y Eva (2021)

Las imágenes relatan el surgir de la vida a lo largo de 7 días que discurren en 7 minutos de vídeo. La pared se convierte en el universo; de la nada surgen criaturas de formas indeterminadas como lo son los movimientos de este baile bajo el agua. Bailan el encuentro con el otro y su inexorable regreso a la vacuidad primigenia. “Es una especie de vacío que comunica con la nada, que probablemente es lo que somos, el lugar de dónde venimos y a donde vamos: la nada inexplicable”. Esta es la reflexión que la artista propone, rescatada del tiempo remoto y traída al presente; una reflexión sobre el otro, sobre el paso del tiempo y la espiritualidad o el sentido de la vida, que ha encontrado en estos muros un escenario “emocionante”, en sus propias palabras.

Bajo la “bóveda de horno” de la capilla mudéjar, sala 5 del museo, junto a lo que la artista considera su Autorretrato (fotografía inédita de la serie Japón, cristal sobre pan de oro), ha instalado tres pantallas de plasma formando un semicírculo en el que interpreta el mito de Adán y Eva (o tal vez debiera escribirse Eva y Adán); el principio del bien y del mal, la luz y la oscuridad. En el centro, a modo de Pantocrator, un péndulo que es el diapasón de la vida. A ambos lados, las siete edades del hombre, narradas de nuevo en los movimientos de estos bailarines de Butoh. Y una pregunta: ¿qué pasa cuando dos seres se juntan, se aman, sufren y, en un momento determinado, el diapasón indica su fin?

Estaba Isabel Muñoz inmersa como siempre en mil proyectos internacionales cuando el director artístico de CORPO, Rafael Sierra, le invitó a visitar la colección y le ofreció estos dos espacios expositivos: “Lo dejé todo: creo en el destino”, comenta la artista, fascinada después de haber montado su obra en estos escenarios.

Y ¿por qué Japón? Isabel Muñoz, que con su cámara ha recorrido las culturas más ancestrales y los conflictos que continuamente las enfrentan, explica así su conexión con el país asiático y la proximidad que ella encuentra entre su mitología y la nuestra: “Es la misma similitud que existe entre el destino de los hombres al margen del lugar donde hayan nacido o crecido. Japón estaba en mi imaginario desde que era una niña de unos 6 u 8 años. En 1993 intenté un acercamiento a estos bailarines de Butoh, para fotografiarlos, pero no hubo manera; no para una mujer y menos aún una mujer joven. Pero en 2016, gracias a una exposición organizada por François Cheval en Kyotographie, se me empezó a permitir una aproximación a ellos. Durante estos años se me han ido abriendo sus jardines secretos, y a la postre estoy muy contenta porque en aquel entonces (35 años han transcurrido) no hubiera sido capaz del éxtasis que ha supuesto este trabajo; de llegar al alma de estas personas que con solo un movimiento son capaces de despertar en ti emociones insospechadas. Algunos de ellos llevan más de 70 años viviendo esta forma de contar y ese lenguaje que es su danza, que constituye una filosofía de vida. Cuando alguien así te deja conectar con su alma, entras en una especie de trance que otros definirían como un chorro de endorfinas. Es algo físico, sí, que no necesita de palabras, la complicidad que se crea entre esos cuerpos y mi cámara, que en esos momentos es mi alma”.