• Gustave Moreau (francés, 1826-1898)
    La Quimera, 1856, carboncillo, tinta china y acuarela sobre papel
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    El artista más importante del simbolismo francés nació en París y fue discípulo del ecléctico Chassériau, cuyas pinturas de diosas de mar le impresionaron profundamente. Es muy conocido por el erotismo de sus óleos y acuarelas de asuntos mitológicos y religiosos y por sus interpretaciones enigmáticas de figuras de la historia antigua y de la mitología, como Salomé o Edipo. Muestra un creciente interés por el exotismo y la violencia; sus colores luminosos, como de piedra preciosa, son realzados por una iluminación dramática. Fue profesor en la École des Beaux Arts y sus enseñanzas se hicieron muy populares; dio clase a destacados fauvistas, entre ellos Matisse y Rouault. Legó su casa y unas 8.000 obras al Estado francés; ahora forman el Musée Gustave Moreau en París.

    Existen varias versiones del mismo asunto fechadas en 1867: dos al óleo sobre tabla (Colección Wildenstein y Fogg Art Museum de Cambridge, EE UU) y otra a la aguada, de hacia ese mismo año (ant. Colección Duruffé, expuesta en 1906); hacia 1879 añadirá una acuarela circular. La composición se repetirá también en un aguafuerte y esmaltes en los años 70 y en 1897. Moreau conocía la Quimera de Arezzo, obra etrusca en bronce. En vez del monstruo compuesto por un león, una cabra y un dragón, representa un centauro alado que se lanza al vacío desde un risco con una mujer colgada de su cuello. En las décadas de 1850 y 1860 el artista aún no se ha convertido en un creador de mitos y ésta es una de sus pocas obras dominadas por una fantasía desbordante. La Quimera es un tema caro a la imaginación en Francia por sus múltiples significados simbólicos y psicológicos; es frecuente en la literatura del siglo XIX desde el romanticismo hasta el simbolismo, pero menos en el arte. La interpretación de Moreau se halla próxima al poema de Théophile Gautier, aunque en él es un simbolo femenino y en el pintor es un personaje masculino. Éste arrastra a la mujer a la destrucción, sentido revelado en una nota de Moreau sobre los peligros de la fantasía. 1 Xavier Mellery (belga, 1845-1921)Au Béguinage. Pendant la prière du jour, 1890

  • Paul Manes (estadounidense, 1948)
    La noche oscura, 2008, óleo sobre lienzo
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  • Paul Manes (estadounidense, 1948)
    La entrada de Cristo en Nueva York, 1993-2006, óleo sobre lienzo
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    Nace en Austin, Texas (EE UU). Se gradúa en Empresariales en la Lamar University (Beaumont) y en Bellas Artes en el Hunter College de Nueva York. Desde 1985, fecha de una muestra colectiva en la galería Kouros, muestra su obra en museos y galerías de EE UU, Italia, Francia y Alemania. Ha trabajado en el ámbito de la abstracción y de la figuración; no hace distinciones entre ambas. Alejado de las tendencias artísticas en boga, se inspira en creadores como Goya, el Bosco, Velázquez, El Greco, Rembrandt, Cézanne, Pollock o Rauschenberg. “El presente está conectado con el pasado y se convierte en una proyección hacia el futuro, donde la tradición se encuentra con la innovación y el mundo se desbloquea y se vuelve líquido y gaseoso y las formas se transforman en nuevas formas”, declara. Tras más de 30 años en Nueva York, en 2014 se traslada a Carbondale (Colorado). Actualmente hay obras suya en el MoMA, Solomon R. Guggenheim, Houston Museum of Fine Arts, Detroit Institute of Arts o Art Museum of Southwest Texas. En 2016 es incluido en la muestra Painting After Postmodernism. Belgium-USA, en el Vanderborght de Bruselas, el Palacio Episcopal de Málaga y la Reggia di Caserta. El título y concepción de esta obra aluden a la del belga James Ensor, La entrada de Cristo en Bruselas (1889), con sus caras transformadas en máscaras y su aire de farsa grotesca.

  • Jean-Joseph Carriès (francés,1855-1894)
    La Madre Callamand, 1888, escayola patinada en madera vieja
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    Escultor, ceramista y miniaturista nacido en Lyon. En 1864 fue a París a estudiar en la École des Beaux-Arts con Augustin-Alexandre Dumont. Expuso por primera vez en los Salones parisienses de 1879 y 1881. Después de ver una muestra de piezas japonesas en la Exposición Internacional de 1878 en París empezó a realizar máscaras policromas con muecas terroríficas. En 1892 presentó una gran muestra en París; el ministro de Cultura francés y un museo de Hamburgo adquirieron obras suyas. Ese año se le concede la Legión de Honor. En 1893 realiza Faune, su escultura más famosa. La monja Marie-Anne Agnès Callamand, de las hermanas de la caridad de san Vicente de Paúl, había nacido en 1810 y murió en 1882 (con lo que el busto sería un homenaje póstumo) o en 1892. Como superiora, estaba a cargo del orfelinato donde vivieron Carriès, huérfano desde los seis años, sus dos hermanos y su hermana; cuidó de ellos y, al ver que el pequeño Jean-Joseph tenía talento artístico, lo puso de aprendiz con el escultor Pierre Vermare, dedicado a la creación de objetos devocionales; más adelante marcharía a París. Su hermana, que se hizo novicia, murió a temprana edad en 1876. Carriès ejecutó un busto de ella titulado La novice. La exposición Jean-Joseph Carriès, la matière de l`étrange, celebrada en el Petit Palais de París en 2007-08, dedicó una galería a esta etapa temprana de la vida del artista en Lyon; en ella figuraba otro busto de la monja titulado La réligieuse (Musée de la Ville de Paris).

  • Léon Spilliaert (belga, 1881-1946)
    Nuestra Señora del Corazón, 1907, aguada de tinta china, acuarela y lápiz de color sobre papel
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    Nace en Ostende (Bélgica). Su formación es autodidacta; en su juventud dibuja escenas de la vida cotidiana en zonas rurales de Bélgica. Su estilo es simbolista y expresionista; se caracterizará por los tonos oscuros, la atmósfera de pesadilla y unos sentimientos de angustia y soledad; revela influencia de artistas como Munch y Khnopff. Utiliza la acuarela, el gouache, el pastel y mezclas de técnicas. En su época madura pinta el mar en obras más coloristas. Es autor, sobre todo en los comienzos del siglo XX, de numerosos autorretratos en tonos que tienden a la monocromía como la mayor parte de su producción, conservada principalmente en los museos de Ostende y Bruselas; también hay obras suyas en el Musée d’Orsay.

    Esta extraña obra se inserta en el género más cultivado por el artista después del retrato y el paisaje: la naturaleza muerta. Se diría que reproduce alguna imagen que hubiera visto ocasionalmente y le hubiese chocado por el añadido de lo que parece ser un exvoto o una ofrenda, un colgante en figura de corazón. Se podría aventurar un análisis en relación con su tendencia a lo alucinatorio y siniestro, que halla cumplida expresión en su entusiasmo por Poe, quien junto con Nietzsche y el simbolista belga Maeterlinck ejerció notable influencia sobre él.

  • Xavier Mellery (belga, 1845-1921)
    El obrador, 1890, lápiz sobre papel
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    Este dibujo incluye una imagen religiosa similar al Cristo de la obra anterior; la atmósfera, realzada por la luz, es de gran sosiego y el silencio que emana es más plácido que el que domina la otra obra, algo misteriosa e inquietante. Las beguinas eran una orden femenina seglar fundada en los Países Bajos en el siglo XII; sus miembros hacían vida religiosa pero no se ligaban a votos estrictos y podían dejar la comunidad para contraer matrimonio. Se creía que su denominación tenía su origen en el apodo de su fundador, Lambert Bègue o Le Bègue, el tartamudo, sacerdote de Lieja.

  • Xavier Mellery (belga, 1845-1921)
    En el beguinaje. Durante la oración del día, 1890, carboncillo, tinta china y acuarela sobre papel
    CRP010

    Nace en Laken (Bélgica). Pintor, dibujante e ilustrador, se le considera el precursor del movimiento simbolista belga. Empieza a trabajar con Charles Albert, pintor decorador; se forma en la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas, principalmente con Jean-François Portaels. En 1870 obtiene el Premio de Roma y se va a estudiar la pintura del Renacimiento (le fascinan especialmente la Capilla Sixtina y Carpaccio). Diseña las 48 esculturas de los oficios históricos para el Petit Sablon de Bruselas. Entre sus discípulos destaca Fernand Khnopff. Hay obras suyas en los Reales Museos de Bellas Artes de Bélgica. Las preferencias del artista se decantan por la representación de interiores, destaca en los de iglesias y conventos, muy adecuados para su gusto por las escenas recogidas, cercanas y familiares, pobladas por figuras tranquilas, en estas dos obras entregadas a sus quehaceres. En Durante la oración del día llama la atención que la única que está de frente no tenga cara, como tampoco la imagen del Cristo crucificado, que, curiosamente, posee mayor corporeidad que las planas figuras de las monjas.